NOTICIAS ON SABATICAL

Las noticias son una parte importante de mi vida y ocupan mucho de mi tiempo en Lisboa. No solo crecí estando siempre muy atento a lo que ocurre, sino que mi trabajo me obliga a tener una opinión sobre la actualidad que me rodea y para eso es necesario estar informado. Desde que existen los smartphones, leer noticias es lo primero que hago cada día y, muchas veces, lo último antes de apagar la luz. Reconozco que lucho contra esta última tendencia pues tal y como está el panorama, las noticias producen más insomnios que otra cosa…

En estos meses, no he querido ni mucho menos desconectar de la realidad, aunque algunos problemas de acceso a internet hayan dificultado la labor de mantenerme informado en muchos momentos. Pero sí que he notado una evolución muy clara en la reacción que tengo ante diferentes tipos de noticias.

Si en mi vida normal, sigo intensamente las noticias de ámbito socio-económico-político, tengo alguna tendencia a ignorar las noticias de sucesos salvo grandes crisis y utilizo las noticias de deporte como válvula de escape, aquí las cosas han cambiado.

Mi país de origen (España) y el que me adoptó (Portugal), así como nuestro entorno están pasando por una situación socio-económica difícil. Además, hay elecciones a ambos lados de la frontera y por tanto es un año muy intenso. Hasta Junio vivía esta intensidad de forma recíproca, leyendo noticias y artículos de opinión, enfadándome con algunas cosas o celebrando otras, con una necesidad crónica de crear mi propio punto de vista.

Pero en las últimas semanas me he desconectado de forma natural. Me di cuenta hace unos días, cuando el candidato socialista en Portugal, António Costa, escribió una carta abierta a los indecisos. Vi la noticia y ni me molesté en abrirla, “dudo que traiga nada nuevo y que nada de lo que ahí diga sea verdad” pensé. Y me he dado cuenta de que lo mismo me ha ocurrido con un sinfín de noticias del mismo tipo. Y, sinceramente, no siento que esté perdiendo nada.

Al contrario, los sucesos y todas las noticias sobre las diversas críticas humanitarias que asolan nuestro mundo me afectan ahora más.

Las de deporte continúan siendo un vicio, no tanto una válvula de escape como en medio del stress del día a día, sino puro vicio.

Pensando un poco sobre el porqué de este cambio, he llegado a la conclusión de que es un problema de alteración de la perspectiva. En Lisboa, ejerciendo desde mi puesto de trabajo, la importancia del día a día político crece, siento la urgencia de saber lo que ocurre y pensar sobre lo que va a ocurrir. Todo parece más importante. Aunque muchas veces diga que es todo tan irrelevante, superficial y poco interesante que no merece la pena estar tan atento, la realidad es que desconectarse da miedo y produce ansiedad. Aquí, a 15 mil kilómetros de distancia, sin la necesidad derivada de la urgencia en saber las cosas, todo se relativiza mucho más. Solo me apetece leer cosas verdaderamente interesantes o de puro entretenimiento y es mucho más fácil descartar las gilipolleces de Costa, Passos, Rajoy, Artur Mas y similares. Da la impresión que nada va a cambiar por estar atento y además aburren.

Al contrario, con más distancia los problemas macro afectan más. Noticias de violencia contra minorías, la crisis de los refugiados, la foto de Aylan, la aparición del sujeto Donald Trump, el EI, etc. producen mucho más impacto. Y uno encuentra un significado mayor en estas cosas. Si en el stress del día a día, es fácil auto protegerse del significado de todo esto, cuando bajamos la intensidad y disminuyen las distracciones, ocurre lo contrario. Es imposible ignorar los grandes problemas y muchas de las cosas que ocurren son síntomas terribles de la desorientación en que nuestra sociedad está cayendo.

Todo esto es una reacción instintiva, no buscada. Que ocurrirá dentro de unas semanas cuando esté de vuelta en Lisboa y mis problemas vuelvan a ser los mismos?

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